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ORIGENES

Fundamentos

El concepto de religión natural, como base espiritual de la Orden, se alinea con la obligación de cumplir la ley moral y  de traer la religiosidad en el pecho.   Esa ideología expuesta encuentra respaldo en el Noaquismo de donde emanan innúmeros preceptos, principios, procedimientos, premisas y proposiciones que impregnan los aspectos doctrinarios.

Noé, último de los patriarcas pre-históricos, ejemplo de fe (Hebreos 11:7),  heraldo de la justicia (2 Pedro 2:5), representante de toda la Humanidad por la voluntad de Dios,  hombre justo e perfecto (Génesis 6:9), aquel a quien Dios dijo “quien derramar la sangre de su semejante también tendrá su sangre derramada” (Génesis 9:6), en fin, fue protagonista de la Primera Alianza con Dios, conforme está retratado en los capítulos 6 (seis) e 9 (nueve) del libro Génesis, abarcando toda la Creación y las futuras generaciones, dejó un legado de artículos morales (mandamientos noaquitas), a saber:

 

a) practicar la equidad (y observar la justicia);
b) no blasfemar el nombre de Dios (y dar gloria al Creador);
c) no practicar la idolatría;
d) no practicar actos inmorales o inescrupulosos;
e) no matar;
f) no robar;  y,
g) guardarse de la fornicación, de los actos impuros y de la iniquidad.

La formación mítica basilar de la Orden (calcada en la Leyenda del Tercer Grado), parte de la premisa  de que el arquetipo del Maestro Mason, constructor social en la abordaje actual, e paradigma  de arquitectura humana perfecta y viene representado, de un lado, por Salomón y su gran Arquitecto, del templo de Jerusalén, y, de otro lado, por Vitrubio (Marcos V. Polio, inexcedible arquitecto romano), bajo el comando del Emperador Augusto, en Roma.  Tal afirmación tiene en vista propiciar la permanencia, en tiempo y espacio, de los elementos cuya existencia ha garantizado el proceso civilizador, como se siguen:


– un gran hombre   –   el Mason –   falible pero perfectible;
– una estructura singular   –  la Logia –   con decisivo corte sagrado/profano vía el Rito,  énfasis en la ayuda mutua y sumisión serena a la constitución y regimientos comunes;
– una élite sustentada por el mito   –   la Masonería –   capaz de acciones enaltecedoras, que es movida por el Amor, el Bien y la Ética.

 

La Logia

William Shaw,  nombrado maestro-de-obras del rey de Escocia, en 1553, controlaba la contratación de albañiles y constructores.   En 1598, cuatro años antes de morir (1602), codificó las reglas de creación de logias corporativas (la primera carta de Saint Clair; para masones).  Después de su muerte, declinó e ‘‘murió’’, también, la función de maestro-de-obras-del-rey.

Las logias, macizamente volteadas para la recepción de Aprendices y aumento de salarios (para Compañeros), pasaron a evolucionar autónomamente. El uso del término ‘‘masón’’ se  consolida por vuelta de 1610, asociado al modo secreto de identificación que comprobaba la calificación profesional del obrero.

Por vuelta de 1630  comienza a crecer bien el número de ‘‘aceptados’’, generalmente provenientes de las clases burguesas o nobles,  en las logias, oriundos de fuera del ‘‘métier’’ corporativo de los talladores de piedra.


La presencia de eses  ‘‘aceptados’’ en las logias solo puede ser explicada por hipótesis, sean cuales sean:


– Interés por la tradición, supuestamente preservada por los masones;
– búsqueda de un espacio de convivencia o sociabilidad;
– ligación profesional con la corporación de constructores; o
– iniciativa de masones para atraer patrocinio de hombres influyentes.

En las orígenes, así como hoy, los ‘‘aceptados’’ dotados de poder, influencia y/o autoridad no frecuentaban las logias;  aquellos dentro de ellos que se permitían frecuentar, dominaban la ‘‘vida’’ de la logia.

Isaac Newton (1642-1727), astrónomo, físico, filósofo y abad inglés, consideró el Noaquismo la religión primitiva de los hebreos, y, así lo resumió:   ‘‘Amar al Señor Dios de todo corazón, de toda alma y de todo espíritu, y al prójimo como a sí mismo’’.

 

Modernidad

Vale destacar que la simple transición, generalmente divulgada, de la llamada Masonería Operativa, entiéndase  ‘‘albañiles-libres’’ o ‘‘constructores-libres’’, para la Masonería Especulativa,  nunca consiguió explicar de forma justa y perfecta el por qué de la Orden Masónica ser un lenguaje universal, regular, placentera, emblemática, planetariamente bien resuelta y asimilada, repositorio inmemorial de los misterios y de la Tradición.

Las Logias de los siglos XVII y XVIII participaron de la génesis de una  ‘‘esfera pública burguesa’’  como contrapartida de la pérdida gradual de la posición dominante, tanto de las Cortes como de la Iglesia. Pocos,  muy pocos documentos existentes sobre la Inglaterra del siglo XVII no permiten representar precisamente la organización de la profesión del masón;  había, sí, cierta heterogeneidad de prácticas diferentes.

En 1717/1720, situado característicamente en la Inglaterra, surge un grupo de pertenencia masónica, de sociabilidad,  con cuatro elementos típicos principales, a saber:


1– reivindicación de la religión natural como base espiritual;
2– inserción del grupo en un contexto tradicional, vinculado al trabajo del artesano y constructor civil;
3– práctica del Rito elaborado;  y
4– cooptación de los miembros vía obligación de sigilo, principalmente sobre las reuniones.

Entre 1670 e 1730, en los clubes, cafés, salones, academias científicas, sociedades de intelectuales y, en las Logias, aristócratas y burgueses se encontraban para ‘‘construir juntos’’ un uso público de su entendimiento convergente. Esos espacios propiciaban la realización de la aspiración ‘‘del debate permanente entre personas privadas’’.

 

Tres principios presidian la afiliación de los participantes:

  • la exigencia – aunque no se concretizase – de una sociedad donde la autoridad de los argumentos prevaleciese sobre la jerarquía social (mismo no anulase las autoridades presentes);

  • el debate amplio sobre dominios y dominaciones, dominantes y dominados, notadas obras literarias y filosóficas, nunca antes accesibles;

  • la consciencia de pertenencia a un territorio más amplio, a la propia ‘‘sociedad civil’’,  aunque la  sociabilidad de la Logia tenga naturaleza de  ‘‘círculo cerrado’’, mas socialmente homogénea.

La masonería moderna, que presenta un déficit de textos precisos relacionados a los orígenes, surgió antes del Reino Unido;  en 1707 hubo el tratado de la unión entre Escocia e Inglaterra;  el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda nació en 1808. El último cuarto del siglo XX vio emerger, con cierta fuerza y vigor, la pesquisa sobre el hecho y el trato masónicos, el que viene trayendo luz sobre sus parámetros sociológicos y datos constitutivos.

Hoy, con el concurso de investigadores académicos, ni siempre masones, más actores fieles a los hechos históricos y sociológicos, se admite que la Orden Masónica llegó al estado actual al evolucionar a partir de tres transiciones principales,  dictadas por la voluntad del G∴A∴D∴U∴, a saber:

a) de la situación ‘‘Operativa’’, acostada en las Asociaciones de artífices y profesionales de la construcción y del tallar de la piedra, para  una naturaleza más ‘‘Especulativa’’, de forma lenta y gradual, en varios siglos, capaz de evaluar la coyuntura de la sociedad y delinear sus rumbos ideológicos;

b) la creación de la Gran Logia de Londres – la ‘‘Premier’’ – que fue acompañada de profundos cambios de simbolismos, rituales, cargos y encargos, y más simultanea y profundamente, aún, en el ‘‘êthos’’ (costumbre o conducta) de cada individuo, robusteciendo el sentimiento de pertenencia en relación al carácter y al protagonismo, individual o colectivo, al cumplir, bien como el ‘‘éthos’’ de la institución, que  reforzó ontológica y antropológicamente la actuación de la Orden en el contexto de la Familia, de la Patria, de la Sociedad y de la Humanidad, tejiendo, así, en pleno Humanismo e Iluminismo, del siglo de las Luces (sig. XVIII), rumbos institucionales y filosóficos;

c) después de  algunas rebeliones y rompimientos la tercera transición ocurrió bajo fuerte  reconciliación entre contenedores radicales,  en 1813, y la creación de la Logia-Madre Unida de Inglaterra, consolidando, al final, un camino iniciático, litúrgico y simbólico.

d) Cumple remarcar, al final, sobre los orígenes de la Orden, en que pese  al escenario multifacético y, aún, poco preciso de los textos históricos, que los estudios son siempre enaltecedores y repletos de dignidad humana, jamás teñidos por fundamentalismo,  sentimientos o intenciones menores, o, que signifique menoscabo en relación a la Creación, a la Criatura y a su Creador.

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